Internacionales
Cristina Fernández sufre una inflamación infecciosa de colon
La presidenta de Argentina padece una inflamación infecciosa en el colon, también denominada sigmoiditis. Los doctores del equipo médico presidencial dejaron transcurrir 24 horas sin informar a los ciudadanos desde que el domingo por la noche transcendió que Cristina Fernández ingresó en el sanatorio porteño Otamendi aquejada de un «cuadro febril infeccioso». No se supo más hasta que por fin el lunes por la noche el portavoz del Gobierno, Alfredo Scoccimarro, leyó un informe de la Unidad Médica Presidencial donde se hablaba de «diagnóstico presuntivo de sigmoiditis».
Iglesia
Intención de oración del Papa Francisco para marzo 2022
La Red Mundial de Oración del Papa Francisco informó que la intención del Santo Padre para este mes de marzo de 2022 es rezar “por una respuesta cristiana a los retos de la bioética”.
“Recemos para que los cristianos, ante los nuevos desafíos de la bioética, promuevan siempre la defensa de la vida a través de la oración y de la acción social”, señala la intención.
“El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia”, afirma el sitio web de la iniciativa.
“Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos», es una brújula para una misión de compasión por el mundo”, agrega.
Si bien esta es la intención de oración para el mes de marzo, esta no se opone al acuciante llamado del Papa Francisco para rezar por la paz en Ucrania, de manera especial este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza e inicio de la Cuaresma.
Para este día, indica la Red Mundial de Oración del Papa, el Santo Padre ha convocado una jornada de ayuno y oración por Ucrania.
Esta intención, explica la red, ha suscitado además que el video mensual con la intención que corresponde a este mes, se posponga una semana y se difunda el próximo 8 de marzo.
FUENTE: https://www.aciprensa.com/noticias/esta-es-la-intencion-de-oracion-del-papa-francisco-para-marzo-16416
Iglesia
Nuevo llamamiento del Papa por la paz en Ucrania: «¡Que callen las armas!»
Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano
Después de haber rezado la oración mariana del Ángelus este domingo 27 de febrero, junto a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa renovó una vez más su incansable llamamiento por la paz ante la guerra que se está desarrollando en territorio ucraniano desde los ataques iniciados por Rusia, el pasado el 24 de febrero.
«En estos días nos hemos conmocionado por algo trágico: la guerra. Una y otra vez hemos rezado para que no se tome este camino. Y no dejamos de hablar; al contrario, rogamos a Dios con más intensidad», dijo Francisco.
2 de marzo: Jornada de oración por la paz en Ucrania
Asimismo, el Papa recordó su invitación para que el 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, todos nos unamos en un día de oración y ayuno por la paz en Ucrania: «Un día para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano, para sentir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra», añadió.
Por otra parte, el Santo Padre hizo hincapié en que, quien hace la guerra se olvida de la humanidad:
«No parte del pueblo, no mira la vida concreta de las personas, sino que antepone a todo, los intereses partidistas y el poder. Se confía a la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios. Y se aleja de la gente común, que quiere la paz; y que en todos los conflictos -la gente común- es la verdadera víctima, que paga en su propia piel las locuras de la guerra».
Dios está con los que hacen la paz
Por ello, Francisco dedicó un pensamiento especial a los ancianos que en este momento buscan refugio y a las madres que huyen con sus hijos:
«Son hermanos y hermanas para los que es urgente abrir corredores humanitarios y que deben ser acogidos», aseveró.
Finalmente, con el corazón roto por lo que está ocurriendo en Ucrania y sin olvidar las guerras en otras partes del mundo, como Yemen, Siria, Etiopía; el Papa pidió nuevamente por la paz:
«¡Que callen las armas! Dios está con los que hacen la paz, no con los que usan la violencia. Porque quienes aman la paz, como dice la Constitución italiana, repudian la guerra como instrumento de agresión contra la libertad de otros pueblos y como medio de solución de las controversias internacionales», concluyó.
FUENTE: https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2022-02/papa-francisco-llamamiento-paz-ucrania-detengan-las-armas.html?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=NewsletterVN-ES
Iglesia
El Papa: Es necesaria una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores
Vatican News
Ver, compartir, custodiar: con estos tres verbos el Papa Francisco describe la relación entre generaciones, en la homilía de la misa celebrada con motivo de esta primera Jornada Mundial dedicada a los abuelos y a las personas mayores, llamando a una nueva alianza para «compartir el común tesoro de la vida», para «soñar juntos» y «preparar el futuro de todos», superando el egoísmo y la soledad. La santa misa celebrada en la Basílica Vaticana fue presidida por monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, quien además pronunció la homilía del Pontífice, inspirada en el pasaje del Evangelio de Juan que narra uno de los milagros de Jesús impulsado por la compasión hacia la multitud que le seguía. “¿Dónde compraremos pan para que coma esta gente?”, le pregunta Jesús a Felipe. Jesús no se limita a enseñar, – subraya – sino que se deja interrogar por el hambre que anida en la vida de la gente. Y, de ese modo, da de comer a la multitud distribuyendo los cinco panes de cebada y los dos pescados que un muchacho le ofreció. Al final, como sobraron bastantes pedazos de pan, les dijo a los suyos que los recogieran, «para que no se pierda nada» (v. 12).
Ver, con una mirada que sabe captar la necesidad de cada uno
El Evangelista Juan, al principio de la narración, señala este particular: Jesús levanta los ojos y ve a la multitud hambrienta después de haber caminado mucho para encontrarlo. Así inicia el milagro, con la mirada de Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada.
Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y de felicidad. En los ojos de Jesús descubrimos la mirada de Dios: una mirada que es atenta, que escudriña los anhelos que llevamos en el corazón, que ve la fatiga, el cansancio y la esperanza con las que vamos adelante. Una mirada que sabe captar la necesidad de cada uno. A los ojos de Dios no existe la multitud anónima, sino cada persona con su hambre.
Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros:
Habiendo tenido una vida a menudo muy sacrificada, no nos han tratado con indiferencia ni se han desentendido de nosotros, sino que han tenido ojos atentos, llenos de ternura. Cuando estábamos creciendo y nos sentíamos incomprendidos o asustados por los desafíos de la vida, se fijaron en nosotros, en lo que estaba cambiando en nuestro corazón, en nuestras lágrimas escondidas y en los sueños que llevábamos dentro. Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos. Y es gracias también a este amor que nos hemos convertido en adultos.
¿Qué mirada tenemos hacia los abuelos y los mayores?
Seguidamente el Obispo de Roma nos invita a preguntarnos “¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras?” Y agrega:
Sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia. Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros.
Compartir, lo que somos y lo que tenemos
Francisco evidencia que Jesús, después de haber visto el hambre de aquellas personas, desea saciarlas, y realiza el milagro de la multiplicación de los panes y los peces “gracias al don de un muchacho joven”, que comparte lo que tiene, y añade:
Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de futuro, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos. Sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que “cada uno se ocupe de sí mismo”. Pero eso mata. El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados.
Jóvenes y ancianos, juntos
“Jóvenes y ancianos juntos”: esta es la invitación de Francisco, que cita una vez más las palabras del profeta Joel (cf. Jl 3,1). “Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino”.
Custodiar a los ancianos
“A los ojos de Dios nada se debe descartar”. “Es así el corazón de Dios, afirma Francisco, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento”:
Es una invitación profética que hoy estamos llamados a hacer resonar en nosotros mismos y en el mundo: recoger, conservar con cuidado, custodiar. Los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar. Ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, “la fragancia de la memoria”. No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos.
Concluyendo su homilía, el Santo Padre nos invita a preguntarnos cuánto tiempo hemos dedicado a nuestros mayores y exhorta a custodiarlos, “para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños”:
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